La Bendición y su contrario, la Maldición, es otra constante
de la vida espiritual que se encuentra en todas las tradiciones, expresada de
una manera u otra. No puede dejar de tener una gran importancia en nuestro
trabajo. En la actualidad, creemos cobra preeminencia.
Al bendecir, activamos la parte intermediaria para que
interceda a favor de la Luz, al Maldecir, lo mismo, pero a favor de lo impuro.
El que recibe la Bendición, por esta intercesión puede cambiar o mitigar un
propósito, una acción que iría directo al campo de “su” purificación, o sea a
las partes oscuras en que no llega la LUZ. lo contrario también es cierto:
puede interceder para los valores que comporta la LUZ, prevalezcan en él.
La Bendición en esta época es prominente porque: Hay muchas entidades que ayudan en las etapas de transición
hacia las nuevas modalidades, tal como sucede en todo entretiempo mayor, debido al estado
de confusión en la Humanidad por los trasvases, por la deriva mítica a que se ve
sometida.
Las entidades están más resolutivas en su interseción si se
encuentran con menos densidad de resistencia, para posibilitar tal transición,
aunque siempre está el misterio de que si actúan o no en relación a lo que
veamos o comprobamos, habrá y cada vez más posibilidad de constatación, dentro
de los medios o esferas que circulamos.
Lo contrario también es cierto, ya que peligran los códigos sombríos
y están más sea al ataque, sea a la defensiva, que por polaridad están
respaldados por las entidades contrarias, siempre dispuestas a inclinar la
Balanza de su lado con su más rápido actuar.
Esto fue así siempre, es la historia del “nadie está libre
de pecado”, - en lo social o personal. es decir, en ciertas áreas de nosotros
donde la “solaridad” no está resuelta, que se resisten a la calidez (y a veces
a las llamas) de la Bendición, es difícil que ésta actúe, en otras en cambio hasta puede obrar
“milagros” aunque mayormente siguen sin poderse –de inmediato,- constatar. Mediato/inmediato no pertenecen al orden
del PUNTO, ya que es el dominio del AHORA sempiterno, perdurable a través de
las “eternidades”, por tanto escapa a la perspectiva o expectativa del hombr@.
El que bendice entonces, es como un agente para ayudar al
bendecido, - que es su función mayor, al tiempo que en los actuales momentos
movilizar en él a las entidades a actuar en los nuevos transvases, redundando como
es preceptivo desde siempre, en uno mismo.
Tomada como cortesía o “buena voluntad”, la Bendición, en
eso queda, tomada desde el PUNTO, “rinde” intereses, pero exige un cambio de
perspectiva: volver al sentido “original” de la palabra y a la génesis de toda
palabra en el hombr@. Comencemos por aquí.
Dice el Rig Veda, el más antiguo de los 4 Vedas, que desde
el Vacío (el Cero) viene el PUNTO mientras el hombr@ “haga el vacío” en él, - lo que ya nos indica el
valor reverencial que merece al hacerse. Piénsese que no por nada el bendecir,
está presente en todas las tradiciones. En la nuestra cristiana, la Bendición
mayor va a María y al fruto de su vientre, como clara indicación de la
actuación del Punto en el Cero, extensible a todos los mitos que tocan a "la inmaculada concepción".
Desde este planteamiento, se debe “retomar” al vacío, que de
hecho, es lo que hay en el interespacio de cada palabra, de cada pensamiento en
todos los hombr@s, como un contínuo “rappel” de volver al origen.
La palabra ya de por sí “buena”, pasa a la mente en forma
cuadrada y al mismísimo tiempo (aunque a continuación) al Corazón, dice el Rig Veda, en que toma
la forma redonda, propia de la
Manifestación. Cuando llega a la Mente, es impersonal e incondicional, siempre
la misma, pero en su aplicación, está por medio “el corazón” (de quien
bendice).
Tomada así, puedes bendecirlo todo, incluso a aquél o
aquello que según tu sistema de creencias no lo merece, o te resistirías a
hacerlo nunca mejor dicho, “de corazón”.
Ningún Dios pide que nos pasemos el día bendiciendo, en
principio porque tiene un lado “desalentador” para las perspectivas y las
“buenas intenciones” del ego, estando por medio toda la maquinaria cósmica, que se moverá desde
allí en el sentido de “Si es de Dios”, como solían los astrólogos medievales finalizar sus pronósticos.
También se da la paradoja que, por dar paso al tropel de
pensamientos en un momento dado, luego te das cuenta que “¡me olvidé de
Bendecir!”. Esto pasa, y te puede pasar a ti si intentas esta forma de
bendecir.
Por eso desde en los ejercicios del PUNTO, no nos olvidamos
de BENDECIR, 9 veces BENDECIR en los momentos claves del día dadas por las “puntas” del
día, de hecho lógicas, porque no dejan de ser aspectos (los que habitualmente
tomamos en Astrología), resonantes que vienen del la posición del Sol del día,
y el Sol lo dice todo: “Salgo para todos”, las 9 veces agregando los 9 planos,
indicando así que lo hacemos a los 9 planos de esta Creación, lo que quiere
decir que el que bendice, es consciente cuando en una ocasión dada bendice particularmente, que lo hace
extensible a toda la Creación en que él y el bendecido, se ubican.
Pasa también, en este mundo de las “Bendiciones”, que en un
momento dado se te ocurra, a veces inopinadamente, bendecir a alguien que ves
por la calle, por ejemplo, saliéndote del ego una letanía de “campos
preferentes” donde quieres que “insista” la Bendición. Se debe tomar como un
aviso de por qué se hizo tal privilegio, tanto de bendecir a quien lo has hecho
como de los campos en que has creído “necesario” insistir. Pasa también, que
una sóla vez basta con decir las 9 Bendiciones. La Bendición no necesita de tu
memoria, de tu repetición.
Otro efecto de la Bendición como hábito, es que contraresta
en ti los efectos de lo contrario, o sea la Maldición que sería un caso
extremo, pero en otra oportunidad veremos una amplia zona intermedia que
utilizamos los humanos para no llegar ni a un límite, ni al otro.
9 Bendiciones, 9 veces ¡Gracias!
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