miércoles, 20 de febrero de 2013

Almas en la ITV (La Previa) (II)


En la entrega anterior vimos las relaciones entre las 2 partes del año en que los Hombr@s tratan de estar en paz o en mejores relaciones con lo “Alto”, - y que están referenciadas en el tránsito solar de cada año en relación al 0 Capricornio y al 0 Aries, especialmente. Previo a éstas fechas los cultos organizados como la Iglesia Católica citada por ser mayormente la de nuestra tradición cultural, ha situado en los signos joviales la Cuaresma en Piscis y el Adviento en Sagitario. Júpiter siendo el encargado de este tipo de relaciones. 
Júpiter en su domicilio en un signo de agua, bajo Piscis: la purificación
Júpiter en su domicilio en un signo de fuego, bajo Sagitario: el Gozo. 
Como vimos también, los cultos han extendido así en lo social un hecho que se repite en lo particular, entanto contemos como entrada o 0 Aries la posición solar de c/individu@ y la “culminación” de ese Sol en el décimo mes o 10ª fase desde el comienzo, etapas que se repiten desde y a lo largo de cada cumpleaños –  las “previas” individiduales quedando entonces en el 9º y 12º o último mes. Se da entonces una “terna” que se expresaría así: 
Lo que sucede en el Sistema Solar, sucede en la Humanidad como conjunto  y también en cada Hombr@ en particular. El Hombr@ así tomado, siendo una expresión solar, o sea de la Unidad.
Desde el punto de vista de la Solaridad, sería una “insolencia” no respetar esta terna? Pues sí, si se pone al Sol (o lo que alberga el Sol) como máximo referencial en la existencia, pero también es “insolente” no respetarlo en el ciclo anual individual, en que un clima cuaresmático, es más notorio, ya que también (como está extensa y abrumadoramente comprobado en natividades de cualquier tiempo y lugar) estos ciclos se dan, independientemente de que se sea consciente o no de ellos, esto último  por la exclusiva adicción a la vida “necesaria”, o sea al  día a día, para lo que se programa y hace de todo, MENOS hacer y mucho menos programar, nuestras relaciones con “lo Alto”. 
Está escrito que los cultos organizados (en “esta” eternidad) pasen, la prueba en nuestra tradición es que incluso los niños de ahora no saben qué es la Cuarema, pero la terna queda, sólo conociendo un transvase hacia nuevas formas de expresarla, como pasa en nuestra época y no es privativo de las versiones cristianas, sino de todos los cultos organizados, ya que afecta al que rige la terna: el propio Sol, el “dador” de cultos por excelencia. 
Este transvase requiere un tiempo de muchos años,  no obstante hay pautas marcadas como el 2012 y otras que hubo  y que le sucederán. Es así que a un nivel ciclico menor, con el tiempo de la Cuaresma estamos en un tiempo homólogo  que protagoniza el Sol cada año durante cuarema: el Sol nos da con cada día que pasa una sensación progesiva que viene el nuevo ciclo, o más gráfico aún en el pequeño ciclo: es la parte en el ciclo diario  en que comienza la alborada: el Sol nos da ahora no una sensación, sino toda  una  “revelación progresiva” de su cercano nuevo escenario de aparación.
Lo que pasa en cada albaroda es lo que es dable ver en cualquier día: una mayor parte que duerme, unos que se levantan sin salir “de casa”, otros van viendo el crecimiento en luz desde la ventana y unos pocos ya parten, individualmente o en grupo, contando también que, como ya viene el alba, los que han hecho “la noche” se retiran.  
Fácil de entender. Los 3 que no dejan la “casa” serían las 3 maneras de vivir en los viejos códigos, o sea en más o menos “oscuridad” mientras que los que parten van en solitario o en grupo son los “propagadores”, aunque deban hacer la marcha aún en las sombras y semipenumbra propias de encontrar en cualquier camino en tiempo de reciente iniciada alborada. 
 Los que se retiran son de una parte, los “anunciadores” que predicaron el hecho: los que han hecho la “vela” particularmente o en grupo y de otra parte, no menos importante las “entidades” que aunque no en exclusiva, los escogieron para preparar la venida. Con este tipo de “partida” viniéndose a indicar que ya está todo dicho, que la venida del día es inminente y sólo queda que los que están en casa, reciban al nuevo día por la razón o a la fuerza.  
Se sabe que esto también pasa con cada gran conjunción planetaria, especialmente de los planetas que marcan los grandes ciclos, de lo que siempre, encontraremos referencias en la historia conocida, pero recalcamos que esta vez no se trata de ellos, sino de un transvase del dador de vida: el mismo Sol, que señala así el paso a “otra eternidad” de la que NO tenemos referenciales conocidos.
Ahora podemos seguir: el que parte, debe preparar la partida, aunque no esté falto de partidas; de éstas,  la existencia está llena: el hecho de nacer, la partida del medio familiar, en fin, partidas de todo tipo antes de la última e inevitable. 
En este caso en que la Storia nos coge como protagonistas, también se dan, y si bien no podemos evitar la última partida, algunas de las otras  la podemos evitar, ya que son partidas “desde lo interno” para no ir a ningun parte, por la simple razón que no se va allí desde nunca se ha salido. 
 La paradoja estando servida: cuanto más medios y facilidades tenemos para esa partida, cuanto más argumentos y experiencias, ¡tesoros de experiencia! que nos vienen de todas las civilizaciones y culturas más nos quedamos en casa en una de las 3 situaciones antes mencionadas, para simplificar. 
Destino? Predestinación? Sólo de tu parte, ya que ningún Dios o Dios@s de ninguna eternidad te puede impedir o trabar  a que “vuelvas”. Muy por el contrario: en vigilia o en estado consciente, te espera entre cada tanda de pensamiento/imagen. Se trata entonces de permanecer en ese estado de silencio, de vacío, de no expectativa, de no pedido, de no deseo, como machaconamente lo indican todas las tradiciones, que es cuando las relaciones con “lo Alto” se dan.
En tal estado, nadie te puede robar la maleta, la moto o como lo llames, que dejas a un lado, cargada con tus agendas, tus sueños, deseos y con todos los “yoes” con te identificas, justificas y das a entender. Más aún, es una vez producido el “retorno” que todo desorden desaparece. Cielo sobre Trueno.
Y es un énfasis del desorden que se da “antes del 0 Aries”, propio de un fin de ciclo. Los 2 peces con que lo representamos, a un nivel de fin de ciclo pudiendo indicar: un pez que “vuelve” hacia atrás en la rueda, buscando bajo las aguas todo lo que en la rueda pasó, y otro pez que pasa al otro ciclo, pero, una vez éste iniciado, tal como lo indica esta imagen griega, en un sello postal suizo.
 

La meditación entonces, la oración, tal como recomienda nuestra tradición, encuentran en estos tiempos previos al nuevo ciclo anual, el momento idóneo que con esta entrega, pretendemos justificar en cuanto a su relación con los factores celestes.
 
Nos quedará entonces señalar unos tiempos acordes debido a los factores personales, de entre aquellos ya consignados en la 1ª entrega.

 
 

 
 
 

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