En la entrega anterior vimos las relaciones entre las
2 partes del año en que los Hombr@s tratan de estar en paz o en mejores
relaciones con lo “Alto”, - y que están referenciadas en el tránsito solar de
cada año en relación al 0 Capricornio y al 0 Aries, especialmente. Previo a éstas fechas los cultos organizados como la
Iglesia Católica citada por ser mayormente la de nuestra tradición cultural, ha
situado en los signos joviales la Cuaresma en Piscis y el Adviento en
Sagitario. Júpiter siendo el encargado de este tipo de relaciones.
Júpiter en su domicilio en un signo de
agua, bajo Piscis: la purificación
Júpiter en su domicilio en un signo de
fuego, bajo Sagitario: el Gozo.
Como vimos también, los cultos han extendido así en lo
social un hecho que se repite en lo particular, entanto contemos como entrada o
0 Aries la posición solar de c/individu@ y la “culminación” de ese Sol en el
décimo mes o 10ª fase desde el comienzo, etapas que se repiten desde y a lo
largo de cada cumpleaños – las “previas” individiduales quedando entonces en el 9º y
12º o último mes. Se da entonces una “terna” que se expresaría así:
Lo que sucede en el Sistema Solar,
sucede en la Humanidad como conjunto y
también en cada Hombr@ en particular. El Hombr@ así tomado, siendo una
expresión solar, o sea de la Unidad.
Desde el punto de vista de la Solaridad, sería una
“insolencia” no respetar esta terna? Pues sí, si se pone al Sol (o lo que alberga el Sol) como máximo
referencial en la existencia, pero también es “insolente” no respetarlo en el
ciclo anual individual, en que un clima cuaresmático, es más notorio, ya que
también (como está extensa y
abrumadoramente comprobado en natividades de cualquier tiempo y lugar) estos
ciclos se dan, independientemente de que se sea consciente o no de ellos, esto
último por la exclusiva adicción a la
vida “necesaria”, o sea al día a día,
para lo que se programa y hace de todo, MENOS hacer y mucho menos programar,
nuestras relaciones con “lo Alto”.
Está escrito que los cultos organizados (en “esta”
eternidad) pasen, la prueba en nuestra tradición es que incluso los niños de
ahora no saben qué es la Cuarema, pero la terna queda, sólo conociendo un
transvase hacia nuevas formas de expresarla, como pasa en nuestra época y no es
privativo de las versiones cristianas, sino de todos los cultos organizados, ya
que afecta al que rige la terna: el propio Sol, el “dador” de cultos por
excelencia.
Este transvase requiere un tiempo de muchos años, no obstante hay pautas marcadas como el 2012 y
otras que hubo y que le sucederán. Es
así que a un nivel ciclico menor, con el tiempo de la Cuaresma estamos en un
tiempo homólogo que protagoniza el Sol
cada año durante cuarema: el Sol nos da con cada día que pasa una sensación
progesiva que viene el nuevo ciclo, o más gráfico aún en el pequeño ciclo: es
la parte en el ciclo diario en que
comienza la alborada: el Sol nos da ahora no una sensación, sino toda una
“revelación progresiva” de su cercano nuevo escenario de aparación.
Lo que pasa en cada albaroda es lo que es dable ver en
cualquier día: una mayor parte que duerme, unos que se levantan sin salir “de
casa”, otros van viendo el crecimiento en luz desde la ventana y unos pocos ya
parten, individualmente o en grupo, contando también que, como ya viene el
alba, los que han hecho “la noche” se retiran.
Fácil de entender. Los 3 que no dejan la “casa” serían
las 3 maneras de vivir en los viejos códigos, o sea en más o menos “oscuridad”
mientras que los que parten van en solitario o en grupo son los “propagadores”,
aunque deban hacer la marcha aún en las sombras y semipenumbra propias de
encontrar en cualquier camino en tiempo de reciente
iniciada alborada.
Los que se
retiran son de una parte, los “anunciadores” que predicaron el hecho: los que
han hecho la “vela” particularmente o en grupo y de otra parte, no menos
importante las “entidades” que aunque no en exclusiva, los escogieron para
preparar la venida. Con este tipo de “partida” viniéndose a indicar que ya está
todo dicho, que la venida del día es inminente y sólo queda que los que están
en casa, reciban al nuevo día por la razón o a la fuerza.
Se sabe que esto también pasa con cada gran conjunción
planetaria, especialmente de los planetas que marcan los grandes ciclos, de lo
que siempre, encontraremos referencias en la historia conocida, pero recalcamos
que esta vez no se trata de ellos, sino de un transvase del dador de vida: el
mismo Sol, que señala así el paso a “otra eternidad” de la que NO tenemos
referenciales conocidos.
Ahora podemos seguir: el que parte, debe preparar la
partida, aunque no esté falto de partidas; de éstas, la existencia está llena: el hecho de nacer,
la partida del medio familiar, en fin, partidas de todo tipo antes de la última
e inevitable.
En este caso en que la Storia nos coge como
protagonistas, también se dan, y si bien no podemos evitar la última partida,
algunas de las otras la podemos evitar,
ya que son partidas “desde lo interno” para no ir a ningun parte, por la simple
razón que no se va allí desde nunca se ha salido.
La paradoja
estando servida: cuanto más medios y facilidades tenemos para esa partida,
cuanto más argumentos y experiencias, ¡tesoros de experiencia! que nos vienen
de todas las civilizaciones y culturas más nos quedamos en casa en una de las 3
situaciones antes mencionadas, para simplificar.
Destino? Predestinación? Sólo de tu parte, ya que
ningún Dios o Dios@s de ninguna eternidad te puede impedir o trabar a que “vuelvas”. Muy por el contrario: en
vigilia o en estado consciente, te espera entre cada tanda de
pensamiento/imagen. Se trata entonces de permanecer en ese estado de silencio,
de vacío, de no expectativa, de no pedido, de no deseo, como machaconamente lo
indican todas las tradiciones, que es cuando las relaciones con “lo Alto” se dan.
En tal estado, nadie te puede robar la maleta, la moto
o como lo llames, que dejas a un lado, cargada con tus agendas, tus sueños,
deseos y con todos los “yoes” con te identificas, justificas y das a entender. Más
aún, es una vez producido el “retorno” que todo desorden desaparece. Cielo
sobre Trueno.
Y es un énfasis del desorden que se da “antes del 0
Aries”, propio de un fin de ciclo. Los 2 peces con que lo representamos, a un nivel de
fin de ciclo pudiendo indicar: un pez que “vuelve” hacia atrás en la rueda,
buscando bajo las aguas todo lo que en la rueda pasó, y otro pez que pasa al
otro ciclo, pero, una vez éste iniciado, tal como lo indica esta imagen griega,
en un sello postal suizo.
La meditación entonces, la oración, tal como
recomienda nuestra tradición, encuentran en estos tiempos previos al nuevo
ciclo anual, el momento idóneo que con esta entrega, pretendemos justificar en
cuanto a su relación con los factores celestes.
Nos quedará entonces señalar unos tiempos acordes debido a los factores personales, de entre aquellos ya consignados en la 1ª entrega.
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